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  Juan Vicente Gomez
 
 ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN POÍTICO-SOCIAL DE VENEZUELA A COMIENZOS DEL SIGLO XX.

Período gubernamental del General Juan Vicente Gómez

 

 

El 23 de mayo del año 1899, Juan Vicente Gómez acompaña al General Castro en la Revolución Libertadora desde Colombia; marcha triunfante el ejército castrista sobre las tropas gubernamental en todo el territorio del occidente del país, En la localidad carabobeña de de Tocuyito, el ejército restaurador obtiene la victoria definitiva, la cual le permite a Castro acceder al poder el 23 de octubre de 1899, cuando entra triunfante a Caracas. Gómez fue el más activo y eficaz colaborador de Castro, ejerció varias veces la presidencia provisional en las oportunidades que Castro se separó del gobierno.

 

Los excesos de su vida intima de Castro le minaron la salud, en 1907 se embarcó para Europa para someterse a tratamiento médico, situación que aprovechó su compadre y más efectivo colaborador Juan Vicente Gómez para acceder al poder e instaurar en nuestro país la mas larga tiranía. Heredaba Gómez un país en quiebra y con los ingresos del fisco nacional comprometidos con el pago de la deuda externa.

Venezuela era entonces un país pobre, despoblado, desintegrado, con una estructura administrativa reducida y una presencia internacional muy débil. Poco se recuerda que para 1909 en Venezuela casi no existía gobierno, pues el aparato administrativo y político de la República era apenas un pequeño Ejército, un escaso Cuerpo Diplomático y consular, algunos centenares de institutos educativos y centros de recolección de impuestos y contribuciones.

La población era apenas superior a los dos millones de habitantes, con predominio de las áreas rurales sobre las ciudades, Caracas tenía un poco más de cien mil habitantes.[1] 

 

Gómez continuó y terminó el proceso de liquidación del caudillaje, llevado con gran éxito por su predecesor; Gómez, ejecutó dos proyectos que le garantizarían el éxito para esta empresa, tales como, la unificación del país a través de una red de carreteras y la profesionalización del ejército. En el marco del centenario del centenario de la Independencia se inaugura la Academia Militar, posteriormente se ponen en funcionamiento la Escuela Naval y la Escuela de Ingenieros de la Armada entre otras.

 

Con el ascenso de Juan Vicente Gómez al poder en 1908, comienza una nueva etapa en la formación de un ejército con carácter nacional, bajo el dictamen de un poder central, por cuanto será el ejército, precisamente, el soporte de un largo mandato.

 

Se pretendía conformar un ejército nacional eficiente imbuido de aquel “espíritu de cuerpo” de modo que actuara como defensor de los intereses del gomecismo y de las inversiones extranjeras, garantizando la estabilidad del régimen. En efecto, buena parte del esfuerzo en el mantenimiento de la dictadura estuvo a cargo de ese ejército de alcance nacional. En ese sentido, los cambios a nivel organizativo, logístico, y de formación de cuadros se tradujeron en un mejor nivel cuantitativo y cualitativo del aparato militar, el cual era apto para responder eficazmente contra todo intento de desestabilización del gobierno de Juan Vicente Gómez.[2]

 

 

Anterior al inicio del plan carretero iniciado por Gómez, la región andina exportaba su producción a través de Maracaibo y Cúcuta, La región llanera y guayanesa mercadeaban por el Orinoco por intermedio de Trinidad; el hinterland de Coro y Barquisimeto, tenían a Curazao como puerto de intercambio comercial con el exterior; la región oriental comerciaban con el extranjero por intermedio de Carúpano hacia las colonias caribeñas de Inglaterra y Francia. La construcción de la red de carreteras del gobierno gomecista permitió integrar el país, ello se facilitó por el desarrollo de la industria cementera, la incorporación del automóvil, el alistamiento del ejército en la apertura y fabricación de nuevas vías y la ampliación de los viejos caminos de recuas. La red de carreteras permitía ir en automóvil desde Caracas a sitios tan distantes como San Antonio del Táchira, Cumanacoa, San Fernando de Apure y Ciudad Bolívar. Estas carreteras tenían por finalidad facilitar la movilización del ejército en el interior, pero contribuyeron de manera preponderante en la integración de todo el territorio nacional.

 

La actividad económica del país seguía dominada por la actividad agro-exportadora, siendo rubros como el café y el cacao los principales productos de exportación; estos rubros registraron un aumento de precios en el mercado internacional lo cual permitió al gobierno incentivar la inversión pública y la cancelación total de la deuda externa acumulada desde tiempos de la independencia. La actividad petrolera que para los venezolanos y para el gobierno gomecista que se iniciaba no tenía ninguna importancia, cambia radicalmente con la primera guerra mundial, la cual le imprime al petróleo valor estratégico y comercial a escala internacional. El acercamiento del gobierno Gómez a la burguesía nacional y el apoyo que obtiene de las potencias internacionales a través de la prebendas del petróleo, contribuyen a consolidar el régimen.

 

De lo expuesto se deduce que la consolidación del absolutismo político también ha sido posible por el soporte de las potencias extranjeras, a las cuales les interesaba mantener en el gobierno al régimen de Juan Vicente Gómez por la política proteccionista de éste para con sus intereses.

 

Las potencias extranjeras en retribución a tanto entreguismo, colaboraron informando sobre las actividades de los exiliados en sus respectivos países. Particularmente le hicieron la vida imposible a Cipriano Castro, el único enemigo a quien Gómez respetaba verdaderamente como tal.[3]

 

 

Otro elemento que contribuyó al mantenimiento del gobierno de Juan Vicente Gómez fue el apoyo que recibió del capital y potencias extranjeras, en especial a las trasnacionales vinculadas con la actividad petrolera. Las concesiones petroleras fueron asignadas por el propio Gómez a las empresas petroleras a través de amigos y familiares, con ello y de acuerdo al historiador Tomás Polanco Alcántara, garantizaba Gómez neutralizar las apetencias de las trasnacionales, la cual tenían todo el poder para debilitar el gobierno e impedía el soborno de empleados de la administración pública, así como cercenar el acceso al negocio petrolero de los enemigos del régimen.

 

Gómez ocurrió entonces a un sistema que le fue práctico: crear una zona protectora entre el Gobierno y las compañías deseosas de concesiones, formada por los amigos del Gobierno, a quienes se otorgarían las concesiones. De esta forma, si una empresa petrolera quería una concesión, no necesitaba acercarse al gobierno; si fracasaba no estaría tentada de atacar al Gobierno, sino requería tomara contacto con otro funcionario o amigo del Gobierno que fuese el titular de una concesión o pudiese serlo.

 

A cada una de esas personas Gómez la podía controlar. Cuando le otorgaba una concesión obtenía su fidelidad y gratitud y luego ellos se encargaban de transmitirlas a terceros interesados mediante el pago de una remuneración. Los aspectos éticos poco interesaban pues lo que les importaba era el efecto práctico. [4]

 

 

El régimen fue implacable con sus enemigos, los caudillos fueron aniquilados, todo intento de conato revolucionario fue sofocado y las manifestaciones públicas de los estudiantes fueron reprimida con encarcelamiento y reclusión en los calabozos, igual suerte corrieron sus enemigos políticos, los cuales sufrieron destierros y encarcelamiento; la libertad de prensa fue suprimida en su régimen y los partidos tradicionales que habían dominado todo el siglo XIX, fueron suprimidos.

 

Lo primero que llama la atención, cuando se quiere hacer una suma de la dureza, una contabilidad del ornamento, cuando se quiere recoger las cifras de la crueldad, es cuán grandes son esos números en relación con la escasa población del país: todo ello da una idea de lo difícil que podía hacerse para los exiliados convencer al mundo de que no estaban simplemente, haciendo gala de imaginación tropical. Arévalo Cedeño sostiene, para 1917, que Gómez tiene desterrado en el mundo entero más de cien mil venezolanos, lo cual quería decir que uno de cada veinte, o algo así, de sus habitantes, estaba obligado a vivir fuera de su país, se había expatriado huyendo de Gómez. La cifra es seguramente muy abultada. [5]

 

 

De la obra de José Rafael Pocaterra, Memorias de un venezolano de la decadencia, anexamos un párrafo, con el objeto de ilustrar parte del horror vivido por la generación de venezolanos opositora a la dictadura más prolongada en nuestro país, sufrieron vejámenes, el exilio y la muerte solo por el hecho de oponerse políticamente al régimen y luchar por que en nuestra patria se instalara un sistema de gobierno democrático.

 

Hambre, sed, grillos, asfixia… A medianoche sacábanse los presos de los calabozos al otro patio, les daban de palos y los traían, después de bañarlos, a morirse en las celdas. Hubo años, como en 1916, en que ya hacían tres o cuatro muertos al día, defunciones por hidropesía, arterioesclerosis, disentería, tuberculosis; todas las descomposiciones del sistema digestivo o circulatorio precipitada por la inanición, por los maltratos, por la humedad, por la angustia de noches enteras aguardando suplicios que son una náusea referirlos. Las moscas pululaban; un gran silencio caía sobre el sombrío pozo de piedras, interrumpido por estertores, gritos, blasfemias y alaridos. Después todo volvía a callarse; y el carro de la ambulancia iba y venía del hospital a la cárcel, a estas dos cisternas de mampostería enclavadas en el centro de la ciudad, rodeadas por el cuartel del Hoyo- Dos chancros gemelos en los ijares de la capital.[6]

 

 

Con la muerte de Gómez se planteaba para el país la difícil transición entre quienes por afiliación familiar pretendían dar continuidad al régimen o el nuevo poder militar educado y formado por el viejo dictador, la oposición política encarcelada y desterrada no tenía grandes posibilidades en ese escenario post-gomecista.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

CABALLERO, Manuel (1993). Gómez. El tirano liberal (Vida y muerte del siglo XIX). Monte Ávila Editores.

 

POCATERRA, José Rafael (1966). Memorias de un venezolano de la decadencia. La vergüenza de América, Volumen III. Ediciones Edime.

 

POLANCO ALCÁNTARA, Tomás (1990). Juan Vicente Gómez. Aproximación a una biografía. Ediciones de la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.

 

SEGNINI, Yolanda (1982). La consolidación del régimen de Juan Vicente Gómez. Ediciones de la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.

 

Enero del 2009


[1] Polanco Alcántara, Tomás (1990) Juan Vicente Gómez. Aproximación a una biografía, pp. 134 y 135

[2] Segnini, Yolanda (1982) La consolidación del régimen de Juan Vicente Gómez, pp. 67 y 73

[3] Segnini, Yolanda. Ob, cit, pp. 118 y 119

[4] Polanco Alcántara, Tomás, Ob, cit, pp. 270-271

[5] Caballero, Manuel (1993) Gómez. El tirano liberal. (Vida y muerte del siglo XIX), pág. 284

[6] Pocaterra, José Rafael (1966) Memorias de un venezolano de la decadencia, Volumen III, pág. 55

 
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